Hogares en tiempos de pandemia

Hoy nos toca esta misión de quedarnos en casa para cuidarnos y cuidar al mundo entero. Si miramos hacia adentro, este momento puede ser la oportunidad de explorar y elegir cómo queremos vivir hoy en nuestras casas y cuando el aislamiento termine.

Balcones que comunican, cantan y aplauden, ventanas que se abren para salvarse de este encierro. Hoy nos toca esta misión de quedarnos en casa para cuidarnos y cuidar al mundo entero. Si miramos hacia adentro, este momento puede ser la oportunidad de explorar y elegir cómo queremos vivir hoy en nuestras casas y cuando el aislamiento termine.

La gran mayoría de nosotros modificamos rutinas y horarios, según cada familia: los chicos están en casa, entre el home-office y el home-scooling con el recurso del tiempo a nuestro favor, siendo más o menos flexibles, en una convivencia entre miedos e incertidumbre y montañas rusas de emociones. Y todo esto que nos toca a todos por igual transcurre en nuestra casa, en nuestro lugar sagrado.

¿Quién de nosotros en estos días no adaptó su living para hacer clases de yoga, no convirtió su dormitorio en su estudio o rincón de lectura, o su cocina en un espacio gourmet?

¡Quién no descubrió que necesitaríamos espacios más flexibles, más amplios; que la luz natural es un regalo preciado! Hoy, un pedacito de naturaleza, de cielo o de pasto en casa nos puede conectar con lo esencial. Este confinamiento rompió con todos los estándares y puso de manifiesto la total conexión que existe entre nosotros, nuestro estilo de vida y nuestros espacios cotidianos.

Todos, en nuestra dimensión más espiritual, necesitamos “construir un hogar, y de manera más misteriosa, encontrar un hogar para el alma (…)

La experiencia del hogar está tan fuertemente arraigada en nosotros que cuando la encontramos, percibimos su encantamiento en el aire y cuando eso falta en nuestra experiencia diaria, quedamos atrapados por un sentimiento de incompletitud”, dice Thomas Mooreen su libro “El cuidado del alma”.

Cuando nuestra casa se vuelve hogar, nuestros objetos y tesoros tienen sentido y significado, aunque sólo sea para nosotros.

Nuestros rituales son los pilares de nuestro bienestar. Nuestros espacios empiezan a hablar de quienes lo habitan.

Quien hace hogares uno mismo. Hoy nuestros espacios cotidianos nos están invitando a escucharnos y conectarnos con cada uno de los que hacemos nuestro hogar, y quizá para muchos, esto suceda por primera vez.

Claro que el encierro no es una experiencia fácil de atravesar.

El Colegio de la Psicología de Madrid sostiene que ahora es necesario «entender que permanecer en casa es lo correcto, es imprescindible». «Ser honestos y cumplir con las recomendaciones es ahora nuestra principal responsabilidad”. “Debemos enfocarnos no en que no nos dejan salir, sino en que, gracias a nuestro sacrificio personal, estamos haciendo un bien para todos”. «Informarse adecuadamente, hacer deporte en casa, mantener los contactos, colaborar y apoyarnos unos a otros, esforzándonos en hacer la vida más llevadera a los demás durante este tiempo”.

Esta pandemia somos todos.

Imposible no pensar en quienes más nos necesitan: los abuelos, los pobres, los más vulnerables y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarlos y cuidarlos.

Imposible no pensar en quienes cuidan nuestra salud, y aquellos que garantizan el abastecimiento de alimentos.

Hace unos días, charlando entre algunos colegas coincidíamos en que una vez que pase esta pandemia y volvamos a la normalidad, seguramente nuestros proyectos no van a ser los mismos.

Esta crisis que nos tiene a todos puertas adentro, nos desafía y nos regala la oportunidad de reinventarnos en la mejor versión de nosotros mismos.

María Marta Parrota Malet.
ARQUITECTA
Correo: mmparrottamalet@gmail.com
Instagram: @mariaparrotamalet.arq